Dagas entre las sombras.
“Todas las pilas contienen una cantidad determinada de metales pesados, como el cadmio, el mercurio y el plomo, que representan un peligro potencial para la salud de las personas y para la conservación del medio ambiente.”
Encapsuladas en desnudos cuencos,
casi lámparas mudas,
casi ausencia,
esconden sus caderas con herrumbre
en ovarios de espantos desdentados,
en vientres mutilados por tinieblas.
Desde la sombra,
crueles,
ponzoñosas,
con clandestinas dagas hechiceras,
rasgan las telarañas del sollozo,
amenazan,
vigilan,
muerden,
tiemblan,
horadan,
amotinan su veneno
bajo el naufragio vertical del musgo
y la fatiga azul de las estrellas.
Yermas como cenizas coaguladas,
sus uñas atraviesan las fronteras,
ascienden hasta el tiempo del conjuro,
hasta la latitud de cada náusea,
hasta la impunidad
y la insolencia.
Y aún destilan su mosto corrosivo,
su llovizna de muerte,
su memoria,
en el hueco de sucias calaveras.
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