Violines turbulentos.
“La contaminación sonora implica la introducción de ruidos o vibraciones en niveles que produzcan alteraciones o molestias, o que resulten perjudiciales para la salud.”
Una espira trepando a la demencia,
consumiendo racimos de mordazas
con sus dientes de páramo
y delirio
nos hace prisioneros de contiendas
donde un coro diabólico desangra
la textura final de los violines...
y una estridencia,
cruel como ninguna,
estalla en los umbrales de los siglos.
Entonces,
turbulentos decibeles
rasgan cada membrana del misterio
con filos de aguijones fugitivos...
escalan,
giran,
arden,
se consumen,
para nacer después,
cíclicamente,
desde el útero negro del aullido.
Y ya no queda tiempo
ni siquiera para escuchar las dríadas del alma
morir de soledad
en los abismos.
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