Desarraigar las hierbas.
“…un gran viento de escarcha encarnizada asolará las hierbas…”
El hueco de la noche era ese reino
donde mi llanto
seco
e expatriaba
para no ver demonios en la bruma,
para no oír los débiles siseos
con que las hierbas duras
y obstinadas
eptaban hacia un sol que no existía,
hacia un cielo que no procreaba lluvias.
Y en el ciego refugio de los miedos
olí el odio del viento,
que gritaba,
que encendía sus iras circulares,
que expulsaba las hojas,
una a una,
que estallaba en su lúgubre vehemencia
como una enredadera desbocada
sofocando los cauces de la savia
y asesinando el sueño de las frutas,
que trizaba el silencio,
que mordía,
que avasallaba pétalos inermes
y nombraba la muerte
en la espesura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario