La entraña desollada.
“La tierra está muriendo. Que nadie se sienta exento de culpa…”
Quiero quedarme a solas con la pena,
a solas con mi enjambre de cerrojos
libando su presagio en los capullos.
Quedarme aprisionada entre los párpados
por no ver sembradíos de osamentas
blanqueando sobre el páramo desnudo,
por no ver tanta historia desollada
fecundando metáforas de muerte
cuando desciñe polen el crepúsculo.
Porque heredé este gesto interminable,
esta condena,
esta demencia amarga,
esta saña de códices absurdos.
Porque fui sentenciada a la vigilia,
a desandar mi longitud de culpa,
a asumir cada luna masacrada
que sepultan los pétalos del humo
y a deshilar mi contrición tardía
en la rueca infinita
donde el tiempo
degrada las urdimbres de los mundos.
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