Saltos hacia el infierno.
“A muchos de los osos se les retiran los dientes y las garras o se les coloca aparatosos bozales. El entrenamiento de los osos incluye tocarlos con varas que transmiten descargas eléctricas y así obligarlos a que obedezcan y realicen los divertidos trucos.”
¿Dónde quedó la luz del horizonte,
los latidos del hambre en las entrañas?
¿Dónde los matorrales,
el acecho,
la distancia,
las grupas sudorosas,
el sabor de la sangre entre los dientes,
el estertor final,
los ojos ciegos?
¿Dónde quedó su libertad hirsuta?
¿Dónde el lenguaje de mordisco y uñas
con qué la primavera habló a su celo
y el jadeo desnudo de su instinto
multiplicando cópulas salvajes
sobre la ardiente piel de la sabana
agobiada de ocasos polvorientos?
Su mundo es esta arena degradada,
este acre aroma a herrumbre
y excrementos,
el chasquido de látigos agudos
azuzando sus torpes acrobacias
hacia el abismo circular del fuego
y esa visión de cuellos delicados...
y esa cólera insomne y sumergida
que estremece la urdimbre de la noche
con bramidos furiosos
e insurrectos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario