Colmillos al acecho.
“La caza no puede ser considerada un deporte pues los animales no participan voluntariamente ni están en igualdad de condiciones.”
Cuando perfila vértices
el llanto
n úteros noctívagos de luna,
soledades de musgos ateridos
sofocan el sonido de los pasos...
y manadas de hienas tenebrosas
observan
con codicia
la inocencia
extraviada en las pieles del cansancio.
No gime el viento su advertencia oscura
ni quebranta pupilas el follaje
y desde madrigueras desvalidas
inquietudes de vísceras insomnes
olfatean distancias y presagios.
El peligro está aquí,
lo sabe el miedo,
lo desnuda el instinto desgreñado.
Es un reptar de escamas,
un crujido
amotinando sombras
y relámpagos.
Por latitudes de estertores ciegos,
con sus hordas de muertes implacables,
anda el hijo del hombre,
amo del tiempo,
señor de los colmillos emboscados.
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